La violencia y el deporte han sido dos palabras que desde que se inventó el deporte han estado muy unidos. Sin embargo, está en nuestras manos que, definitivamente, dichos conceptos se separen. La clave de esta solución es cómo hacerlo.
La violencia siempre ha estado relacionado con el deporte de alto rendimiento. Lo que nos tenemos que preguntar es: ¿es el entrenador el que incita a que sus jugadores lo den todo y se produzcan altercados?, ¿son los mismos jugadores los que incitan a la violencia, provocando y no cumpliendo las reglas de juego?. La solución no es tan difícil, pero tiene un inconveniente, que es una solución a largo plazo
Tendríamos que promover, como entrenadores o profesores de educación física, aquellos valores que, según sociólogos y expertos en el deporte, posee el deporte tales como la deportividad, la valentía o el compañerismo. Pero no se podrá poner en práctica si seguimos viendo como muchos equipos, en situaciones decisivas, inflingen las normas ya que pueden ganar más que perder.
Para finalizar, y como futuros docentes y educadores, debemos transmitir esos valores que hacen que el deporte sea lúdico y que dichos aprendizajes en el deporte se puedan transferir a otros ámbitos de la vida o de la educación.
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